viernes, 19 de agosto de 2011

El famoso caso de "Las asesinaditas jamonas".Tremebundos crímemes ocurridos en la muy distinguida Villa de Salamanca.Un trabajo al alimón de Luís Arias con Ignacio de Martín

1ºCAPÍTULO: “El barrio”
[LUIS]

            La barbería era “barbería”; no había duda alguna ni posibilidad de confundirla con una peluquería o con un cursi  salón del cabello porque así lo ponía en letras gordas en un cartel de chapa pintada –muy chapuceramente, eso sí- encima de la puerta: BARBERÍA QUINTANILLA. 
Quien tuviera la ocurrencia de entrar ya estaba advertido de antemano de lo que iba a encontrarse: un tabuco estrecho de techos altísimos, dos sillones metálicos de los años 40, un lavabo de un solo grifo, una estantería de cristal con los achiperres del oficio, un autoclave-desinfectador –siempre apagado-, una mesa camilla con revistas atrasadas y una atmósfera espesa mezcla de humo de tabaco negro y el tufo de una estufa de gas con la cazuela de agua borboteante encima.

El señor Quintanilla fumaba continuamente en una boquilla aculotada a la que prodigaba el mismo esmero que a su bigote perfilado de exgobernador civil y a su pelo color ala de cuervo logrado a base de tintes y loción “Diplona”, únicos lujos que se permitía sin tasa este sesentón avejentado. El señor Quintanilla había sido hasta no hace mucho guardia municipal –“agente de la autoridad local” según sus propias palabras-, oficio que compaginaba con cierto esfuerzo con el de rapabarbas y pelacabezas de obreros, niños y militares sin graduación del cuartel cercano, que constituían el grueso de su parroquia. Entre cigarro y cigarro, Quintanilla tenía tiempo de sobra de fumarse otro a la vez que  hablaba con un tono confidencial y cavernoso que invitaba al sueño. Su conversación giraba inevitablemente sobre los tópicos del gremio: fútbol, tiempo, toros y una pizca de maledicencia vecinal, a los que añadía uno de su cosecha y del que estaba particularmente orgulloso: su hijo.



El chico –Roberto, Robertito o don Roberto, según la categoría y familiaridad del paciente de turno al que le tocara el asunto- sin hermanos y criado en un fanal, había estudiado medicina a pesar de sus “jaquecas visuales” y estaba muy bien colocado de especialista en el “1º de Octubre” en Madrid; Quintanilla daba por bien empleados los juanetes de tanta guardia, las varices, su chepa y los 15 años de viudo triste que arrastraba con tal de ver en Navidad al cretino de Robertito presumiendo de coche, novia jueza y chalet en Galapagar, puesto que como él mismo decía: “y fíjese que sacó el número diez del MIR a pesar de sus jaquecas visuales. Cualquier día de estos se casa con la novia que está destinada en Moratalaz, un destino buenísimo”.

La monserga se la sabían de carrerilla todos los parroquianos, pero se callaban parte por educación y parte porque no hacía daño a nadie con esto y si él le daba por lo del hijo y las “jaquecas visuales” a otros era por el trabajo en el taller, las cosas de la suegra o la mili en Matacán o Sidi-Ifni. Sólo había dos asiduos que nunca abrían la boca para contar algo, eran Luisito “el bobo” y Francisco Barrado el de la secreta. Luisito nació a contratiempo y a pesar de los médicos y de una madre añosa por demás; era un lelo inofensivo, alegre, velazqueño, que canturreaba todo el santo día la misma canción del verano –“la playa estaba desierta, el sol bañaba tu piel, bailando con tu guitarra para ti María Isabel. ¡Coge tu sombrero y póntelo...!”; tenía otras habilidades como llamar “amigo, amigo” a quien se dejara mientras iba arañándose las verrugas de su cara de cretino de  manual médico antiguo. Formaba parte del paisaje y del paisanaje del establecimiento al igual que el calendario chillón o el cubo donde se recogían las pelambres; a su madre no parecía importarle mucho donde estuviera mientras fuera lejos de su alcance.

En cuanto a Francisco Barrado, iba todos los días a las seis a hacerse la barba, leía sin prisas los periódicos y esperaba a que el Sr. Quintanilla echase el cierre con la música y el acompañamiento de hierros viejos pidiendo a gritos aceite. El “secreta” era el enigma personificado, vivía de pupilo –“Alojamientos Manoli. Trato familiar, seriedad e higiene”-, jugaba unas partidas nocturnas interminables al subastado y apenas hablaba con nadie.

La patrona de la pensión, toda boca, toda carnes, había ido soltando dosificadamente lo poco que sabía de él por comercios, salidas de misa y colas de autobús: “estuvo de poli en el norte; tuvo un atentado de la ETA o del Grapo o de alguno así. Quedó el pobrecito muy trastornado y le dieron por inútil con muy buena paga y una indemnización. Es muy señor y muy correcto. Tiene muchos libros en la habitación y es de muy buen conformar con la comida, con la ropa, con todo. Lo único es que bebe bastante... de hecho agarra unas moñas temerosas, pero siempre en plan muy señor, sin escándaleras y sin manchar”.

2ºCAPÍTULO: “Al lío”
[NACHO]

Había una rubia, tetona y nórdica por fuera -como mandan los cánones- aunque natural de Encinasola de los Comendadores que le miraba insinuante desde el fondo de la barra de “La Coquette”. Francisco Barrado sacó su paquete de Kaiser  y prendió un cigarrillo con el gesto viril tantas veces repetido. Aunque fuera tabaco de mariquitas, el paquete dorado siempre quedaba muy en señor y, para extranjeras y mozas del partido, era una garantía; además que ni nativas ni foráneas del oficio se enteraban de gran cosa y sólo veían en él al “macho montuno” como siempre decía su amigo Sebastián Carralero, excompañero de la Político-Social en otros tiempos y degradado por  sise continuo en la Comisaría del Puerto de Santa María, lo que le había llevado a terminar de escolta y gualdrapas para politiquillos de Alianza Popular y ,cuando comenzaron a medrar de qué manera con los socialistas de chaqueta de pana y cuatro por cuatro.

La rubia  miraba de vez en cuando con una sonrisa bobalicona en su misma dirección y Francisco Barrado dió  un trago largo  a su Triple Seco, dispuesto a entrar en faena con su amplio abanico de frases de alterne. Lo que no le fallaba jamás era el “Hola , Me llamo Paco Barrado y soy torero . ¿Quieres tomar una copa conmigo?” y, la verdad, es que daba el pego con su delgadez alcohólica, el pelo engominado hacia atrás y el sello de oro macizo en el anular izquierdo; su figura recordaba ligeramente a aquellos toreros de principios del veinte que nos miran con sus caras morenas de ayuno forzado desde el fondo de descoloridas fotos. En éstas andaba de lo más entregado cuando le interrumpió la voz de Baselga, el camarero, un pisaverde pasado de romana y que se hacía el andaluz.
-“Pisha”-le espetó.-“Tienes auricular”.
Baselga, chaquetilla blanca impecable y camisa con chorreras, coleccionaba “Privates”, “Libs” y toda cuanta literatura sicalíptica adornaba los kioskos ; luego, la estudiaba –más que leía- impertérrito en cuanto la clientela amainaba un poco, con los ojos muy abiertos mientras se sacaba la cera de las orejas con una uña larga  amarillenta y retorcida que constituía su voluntad hecha materia.

Paco Barrado tomó el teléfono que le alargaba Baselga maldiciendo en voz baja al ver que se le escapaba el morucho.

-“¡A verrrr!”-dijo
-“Rapaz”.-retumbó la voz aguardentosa y gallegota del Comisario Sedano al otro lado del hilo.-“Vente pracá, que han descalabrao a una gachí al lado de la Cagalona”.
-“Joder, Sedano” -respondió Barrado- “tú siempre te olvidas que ya tengo la gloriosa categoría de caballero mutilado; te van a meter un paquete si se enteran que dispones de mis servicios”.
-“Vas irle a otro con el conto, aligera los pinreles  o vente en taxi, te me tomas un carajillo conmigo y con Pata y de paso pues le botas un vistazo al fiambre”. -Sin más, el comisario Sedano colgó al otro lado de la línea.
-“Baselga”-dijo sacando jacarandoso de la chupa un billete de 100 duros-“cóbrate mis dos copas y la de esa vacaburra de donde sea. Dile de mi parte que otro día nos veremos.Y quédate con las vueltas, barbián”.
-“De tus partes se le voy a decir, tío rumboso”.
En el parking de grava y bolsas de plástico llevadas por el viento, había un par de taxis, dos desvencijados  “milquinientos” con más kilómetros encima que la caravana del circo chino de Manolita Chen. Reconoció en el acto a uno de los taxistas habituales de la noche,  Manolo “el Mermao”.
-“Hombre, Manolo”-dijo estrechándole la mano- “¿A que  no me acercas hasta el cementerio?”.
-“¿Quién se ha muerto?”-preguntó Manolo.

3ºCAPÍTULO: “esto no es White Chapel, pero se le parece”
[LUIS]
            El taxi de Manolo “El Mermao” era un completo museo kitsch de complementos de interior. No faltaban ni el perrito de cabeza bamboleante, ni el tapete de ganchillo y tapones de plástico ni, por supuesto, la placa imantada con el “papá no corras” y los retratos de la parienta con cara de batracio y los tres niños renacuajos.
-“¿Qué quién se ha muerto?” reiteró el chófer con eso fondo morboso que le asomaba a la menor ocasión.
-“Que no se ha muerto nadie, sino que la han matado, que es muy distinto y ahora te me callas y bajas la música esa de los Chunguitos que llevas siempre puesta y que no hay Dios que la aguante”.
-“Si quieres, te pongo al ‘Pelos y los Marus’” -zangoneó el Mermao.
            El trayecto hasta el cementerio, atravesando las calles desiertas y ateridas de la madrugada, estuvo cuajado de un silencio molesto y de dos o tres intentos baldíos del conductor por volver a pegar la hebra. Cuando Barrado iniciaba un caso no estaba para nadie y el que no lo supiera, peor para él. La despedida a la puerta del Cementerio Municipal fue tan desabrida como cabía esperar; el exinspector respiró hondo antes de llamar al timbre con su carillón de Big-Ben de pacotilla. Abrió la puerta con un aire triste el portero de noche, un hombre de ojos bajos y aspecto perruno como demandadero de  monja, exfraile marxista o mayordomo de casa venida a menos.
-“Hombre Barrado, ¿pero no había dejado usted el cuerpo?” y sin esperar respuesta continuó: “le esperan a usted en la cantina el comisario Sedano y el inspector Pierna, ya sabe donde está todo”. Y se marchó con la misma parsimonia y suave arrastrar de pies con los que le había recibido y que tanto empaque le proporcionaban a este Caronte de provincias.
            A esas horas mortecinas, la cantina del cementerio tenía un aspecto de garito de tapadillo; los parroquianos estaban todos a un lado de la barra y bajo una bujía de muy pocos vatios, en un silencio tal como si cometieran un delito vergonzante. De vez en cuando llegaba un bisbiseo sordo y alguna risita ahogada por la seriedad del lugar. A pesar de la falta de luz, Barrado vio enseguida a los dos policías y al capellán del cementerio, con su sempiterna sotana desabrochada y las manos en los bolsos.
-“Saludos cordiales a los del glorioso cuerpo y al representante del estamento clerical”
-“Hombre Barrado, ¿pero no había dejado usted el cuerpo?” y la pregunta del cura se repitió en un ‘dejá-vu’ tan curioso como molesto.

-“Pues ya ve, Pater, yo creía que sí pero estos dos pollos pera opinan lo contrario. Qué , ¿cómo va este negocio que nunca para, ¿ha caído hoy alguna viudita de las que buscan consuelo a su aflicción…?”
- “Usted siempre será el mismo y no hay quién le pueda. Ande, tómese un carajillo que ahora le contamos”.
            Mientras removía la taza y esperaba a que se consumiera el fuego del aguardiente que ardía con llamitas azules, Barrado fue escuchando la narración profesional del jefe, completada con las codas siempre oportunas y detallistas de Pierna. Que a las 2’30 de la mañana se recibió una llamada en Comisaría de una pareja –“se conoce que estaban a lo suyo en lo oscuro”- que había encontrado a orillas del arroyo la Cagalona –“en el sitio de los pilles que tú bien conoces”- una muerta. Que una vez identificado el cadáver pertenecía a una tal María del Pilar Rodríguez Montes, conocida como la “Mapi” en los bares de alterne y en las barras americanas de Salamanca; de edad de hasta 45 años, bien parecida, rizos castaños, estatura alta y complexión atlética a pesar de los estragos del oficio, la ingesta de alcohol y el uso de sustancias prohibidas, actividades todas éstas que compaginaba con el oficio más antiguo del mundo y una tiendecita de objetos de magia y figuras religiosas que había abierto hacía muy poco. Que la muerte había tenido lugar según el forense –“está de guardia Serafín Sánchez, ‘el infalible’ y ése no se equivoca nunca”- una media hora antes y que había sido causada por estrangulamiento manual, sin que hubiese ninguna otra señal de violencia, ni forcejeo, ni nada por el estilo. Que el cuerpo había sido traído desde otro sitio como mostraban las huellas de un coche en el arenal de la Cagalona y la cuidada disposición del cadáver –“boca arriba, con las manos sobre el pecho y sujetando un crucifijo, perfectamente vestida, peinada y maquillada, que parecía la tía que iba a hacerse el retrato del cumplimiento pascual para mandarlo a sus padres del pueblo”. Que lo malo de todo esto era que se trataba de la tercera pilingui –“siempre maduritas, siempre acomodadas y discretas”- que aparecía muerta de esta guisa en menos de un mes y que no tenían ni puñetera idea de qué iba la cosa –“el gobernador no hace más que presionarnos, el patronato de Turismo se nos ha echado encima y tenemos a todos los dueños de los puticlubs y a todas las madamas de este pueblo llamándonos de todo menos bonitos”     

4º CAPÍTULO: “’Euse’ no es el único tonto”
[NACHO]                 
 -“Paco, ¿tú qué piensas?” -preguntó el comisario Sedano. “Ya sabemos “-continuó el comisario- “lo mucho que te pateas la calle por riba y por baixo, además, me le conoces a todos los quinquis de este puto pueblo por su nombre de pila. Aquí haylo tomate” -sentenció con mirada zorruna.
-“Eso, eso, señor Comisario, lo mismo pienso yo” -dijo el inspector de Primera Pierna, tan solícito y pelotero como de costumbre.
-“Hombre, Pierna, ¿pero todavía sigues siendo Subcomisario?” -preguntó socarrón Barrado- “Por edad deberías ya ser Inspector jefe”.
-“Venga, déjate de pendelladas”-entremedió Sedano, mientras los ojillos porcinos del Subinspector Pierna destilaban un odio sin disimulo hacia  Barrado.
-“Pues qué quieres que te diga Sedano, esto no es normal” -continuó Barrado. “Los tiempos cambian y me temo que aquí hay gato encerrado. Esta desgracia no es cosa de quincalleros ni de los maleantes comunes de siempre. Huele más a gente rica, a gente de posibles o algún vicioso aburrido. En nuestros tiempos, cuando aún vivía el Generalísimo, que en paz descanse, esto lo solucionábamos con cuatro hostias bien dadas.Ahora hay que aplicar técnicas modernas, como lo que sale en la televisión, mucho computador de ésos y muchas huellas dactilares. Antes rajaban a estas gachís con un baldao y hoy, mira, las estrangulan y ni siquiera se quejan. Habrá que estar a los tiempos, Sedano...”.
-“Sí, tú que puedes, Paco” -contestó Sedano- jubilao y con tu pensión de mutilao vives como el rey Midas. Yo en cambio me la paso bregando con  Grises, perdón, policías nacionales, con el pelo de la dehesa y que sólo ingresan en el Cuerpo para salir del paro obrero.Yo no tengo tiempo para leer caralladas modernas ni para ver la televisión como a ti”.
La cantina del cementerio, llevaba  por mal nombre “El último viaje” y se había ido llenando poco a poco. Enterradores, jornaleros mal afeitados, floristas y los lapideros de “Mármoles De la Iglesia” componían la clientela del señor Carrascal, más conocido para los íntimos como “la tía Gervasia”. Era el Sr. Carrascal un gordo enorme como un obispo preconciliar, bujarrón viejo, cejijunto, mal encarado y de fétido aliento. Había hecho la guerra desde el principio, desde Marruecos y había llegado a Sargento chusquero bajo el mando de hierro de Yagüe. Echaba terriblemente de menos los tiempos en los que era una autoridad y podía hacer lo que le daba la santa gana con los mozos pueblerinos que venían de remplazo, tenía una especial inquina contra todo lo que fuera vasco o catalán, aunque ni él mismo sabría explicar el  porqué.

Al fondo de la cocina, su mujer, la señora Lorenza o”La Lorenzana” bamboleaba su enorme trasero amenazando con tirar las sartenes repletas de fritangas de morro de cerdo y las jetas adobadas y con engancharse con las ristras de ajo que colgaban del techo. A la Sra. Lorenzana le picaba mucho su naturaleza o como le había dicho en fino don Alfonso, su médico de cabecera, padecía de un “furor uterino” que el Sr. Carrascal apenas podía sofocar por su inclinación y su edad; así que se consolaba la mujer como mejor podía y es que pan para mojar no le faltaba entre la clientela que de suyo hacía pocos ascos y los alumnos de los Maristas que por cercanía, baratura y afición eran igualmente acogidos.
-“¡Paco!” –gritó desde el fondo de la cocina la Lorenzana- “¡cuánto tiempo sin verte, mi vida!”
-“¡Lorenza!, benditos los ojos” -respondió Barrado- “cada día estás más lozana, ¿es que ahora haces aerobic de ése?”.
-“Menos cachondeo, Paco, que te doy con la sartén en la cabeza”-dijo la Lorenzana, poniendo ojitos de vedette del Lido e inflando la tremenda pechuga- “A ver cuándo te pasas una noche por aquí al cierre y… ¡me enseñas el pistolón!”-dijo entre cachondona y patética.
-“Lorenza”, dijo Barrado, “yo ni estoy en el cuerpo, ni  ya hay pistolones.Ahora se lleva al 9 milímetros Parabellum Star, a ver si te enteras, que vivís aún el el segundo Plan de Desarrollo de Lopez Rodó”.
-“Ay, Paco, tú siempre tan pinturero”.
La conversación parecía ir para rato, así que el Comisario Sedano cortó de repente:
-“Oye Paco, he mandado buscar al ‘Euse’, ya sabes que él siempre anda por estos lares a la deshora y seguro, seguro que ha visto algo”.
-“Sí”-dijo Barrado-. “El ‘Euse’ siempre anda merodeando a las parejas por la noche, algo le sacaremos…”.
El capellán del Cementerio, don Francisco Uribe, se pidió otro carajillo -“hoy caen chuzos de punta”- y se arrebujó en la zamarra oscura que le daba un anacrónico aspecto de cura trabucaire carlistón.
-“Dicen” -comenzó don Francisco susurrando –“que esta tal Mapi era una puta muy fina y de postín. Lo sé de buena mano...y no digo más”.
-“Lo que usted no sepa de los bajos fondos...”-terció Sedano sonriendo socarrón- “ni que tuviera usted barra libre en los burdeles…”
-“Más respeto, Sr. Comisario, que soy sacerdote estudiado en Astorga y ordenado por el mismo Roncalli, Juan XXIII” -continuó don Francisco-


“yo he oído algo en  la barbería de Quintanilla, al parecer esta ‘lumi’ o señorita o lo que fuera, tenía familia en la zona y ella vivió en el Barrio Vidal. Su padre era Guardia Civil o carabinero o  algo así y creo que hizo la defensa del Alcazar de Toledo, vamos, un héroe español por los cuatro costados…Esta señorita frecuentaba la alta sociedad de la ciudad , y las malas lenguas la relacionan hasta con el Excelentísimo señor  alcalde-presidente, don Vicente de Montejo, pero no hay nada probado. Ya no era lo que había sido, la edad no perdona y  últimamente se la habia visto por algunos establecimientos de esos que llaman “wiskie a gogó”  haciendo compañía a la patulea socialista de Arturito Santos Borbujo, esa peste que nos azota desde que subió al cielo Don Francisco que en gloria esté”.
Estaban en este conciliábulo  cuando notaron que una figura pequeña y oscura, como un duende del subdesarrollo les observaba desde el fondo de la barra.
-“Hombre, Euse, acércate, galán, no tengas miedo home”-dijo el comisario Sedano
El Euse era todo un personaje en el barrio “Carrero Blanco”. Pequeño de estatura, renegrido de mil soles, pelo a cepillo en una cara de buitre, cejijunto y algo contrahecho. Un bobito, un tontito, un retrasado mental que tenía una mala leche congénita; en cuanto oscurecía merodeaba por los alrededores del cementerio, en busca de parejas para darle gusto al ojo. Se pasaba noches enteras espiando cerca del camposanto los arrumacos, quejidos y las variantes cansinas y  acostumbradas del desahogo erótico de provincias.
-“¡Euse!” –rugió el comisario Sedano- “ven pracá, acércate que ya sabes que le soy tu amigo!”.
‘Euse’ se fue aproximando lentamente con su inconfundible estilo del “yo no he  sido, tened compasión de este pobre tonto al que todo el mundo putea e invitadme a una cañita” y que consistía básicamente en mirar al suelo y caminar de lado con las manos entrelazadas defendiendo la cara córvida.
-“Dígame el siñor Comisario”-balbuceó .
-“Ya sabes, Euse”-dijo Sedano- “que yo ayudé mucho a tu padre que en gloria estea y que le saqué de más de un problema de los gordos”. Sedano decía esto levantando el dedo índice de la mano derecha y voceando mucho como si estuviera hablando con un guiri.
-“Cuando aquellos gitanos portugueses violaron a tu hermana la Aguasantas, que era más inocente todavía que tú” –continuó Sedano- “y la tuvieron tres meses de puta, atada a la cama en aquella chabola del barrio de los Alambres hicimos todo lo que podimos y gracias a mis sageces pesquisas y a los buenos oficios del Juez don Luís Sánchez Pérez pudimos meter a todos aquellos maleantes en la trena, donde aún seguirían pudriéndose si no fuera por la amnistía de mis pecados”.

-“Sí, siñor comisario”.
-“Ahora dime si has visto en las últimas semanas algo raro por la noche, algún como tú sátiro que no conocieras, tíos raros, mirones, lo que sea…”.
Euse miraba con sus ojillos hacia el suelo rascándose las cerdas de la cabeza y haciendo ruidillos extraños con la boca.
-“No señor  comisario, yo no he visto ná aunque hace dos semanas” -siseaba el Euse por lo bajinis- “estaba yo comiéndome un cacho longaniza con un rescaño de pan ...”
-“Salta los detalles, hijo, que no acabaremos nuncas” interrumpió don Francisco. El ‘Euse’ contuvo el aire y luego resopló despacio
-“Pues nada que estaba yo en éstas cuando al lado de la Cagalona, donde acaba la carreterilla,se paró un cochazo desos americanos, largo y negro.Yo me escondí tras una mata de romero que allí hay y estuve guipando lo que se hacían. Del cochazo salieron cuatro hombres vestidos de fetén, con corbata y todo...Uno llevaba un maletín de esos negros de los matasanos. Era muy gordo y grande, implao de tanto zampar. Creo yo que éste debía sel el manix , porque ordenaba to el tiempo y los otros andaban callaos obedeciendo”.
-“Mira a ver si te acuerdas si el coche era americano de verdad… ¿Y no había nadie más?”-dijo Barrado.
-“Era un Doge como el de los toreros y sí que había alguien más. Al cabo de una miaja salió del teki  una gachí de bandera y se fue hacia donde yo andaba escondío”.
-“¡Hay que carallo, Euse,” -intervino Sedano- “te le pareces a una película del Hitchcock, vete a o asunto, ¡cojona!”.
-“Pues ná, siñor Comisario”-siguió el Euse mirando de reojo a don Francisco- “que la Já se arremangó las faldas y se puso a echar una meada de órdago, se le veía to el bul blanco..., con ganas andaba..., menudo peazo agujero que gastaba...”
-“¡Calla, obsceno, hijo de Pero Botero!” -interrumpió Don Francisco-“ahórrate los detalles”.
-“Nada de eso don Francisco” -dijo Sedano- “déjele seguir con los detalles, eso es importante para las pesquisas periciales...”
-“Sí hombre, importante…”-respondió don Francisco- “una tía orinando en unas matas…, ¡Alabado sea el Senor!”
-“¿Y te vio la gachí?”-terció Barrado.
-“Claro que me vio” -continuó el Euse- “pero la tía no soltó la muí, se me quedó mirando con un dedo en la boca para que me callara.Yo me quedé ande estaba y entoes la jaca, terminada la “uricción” y moviendo el pandero que no vea, señor Comisario, qué pandero, se volvió con los maromos otra vez”.
-“Le viste las bragas, Euse?” -espetó Pierna con los ojillos acuanosos saliéndoseles de las órbitas.
-“¡Pero cómo es esto!” -casi gritó don Francisco escandalizado- “son ustedes unos perversos, unos sátiros comunistas…”.
-“Don Francisco, tranquilícese” -dijo Sedano  conciliador y con algo de regodeo- “esos detalles son importantes....dime Euse, ¿cómo era la ropa interior de la gachí?”.
-“Color carne pero con encajes, por lo menos de cien duros”
-“¡Anda, Euse!”-dijo Barrado riendo- “ahora nos sales experto en ropa interior femenina!”
-“No, siñor polisía, es que yo he visto en la tilivisión anuncios desos de ropa para las jambas, ropa de categoría, no como la de la Augasantas que se compra en el mercadillo”.
-“Sigue”-dijo Sedano-, “¿qué pasó después?”.
-“Pues na, de repente el gordo le pegó una galleta a la gachó en to la jeta y empezó a llamarla putorra y cosas asina, estaba de mala hostia el gorderas. Enluego le preguntó por los monises y en éstas la tenía agarrá del pescueso”.
-“Los “monises” es el dinero, don Francisco, para que entienda Vuecencia”-dijo Pierna mirando al cura sonriendo.
-“Enluego -continuó Euse- los otros gachós la metieron el el coche de mala manera y siguieron hablando un rato por lo bajinis entre ellos, señalando mucho hacia el cementerio”.
-“¿Y que más?”-preguntó Sedano.
-“Na má, después entraron en el teki y salieron pitaos”.

-“Vale, Euse” -dijoSedano- “tómate un par de vinos y una ración de chichas a mi cuenta. Después te pasas por el Depósito y me dices si es la misma gachí del cementerio
-“Grasias, siñor Comisario”.
Euse se alejó renqueante hacia el otro extremo de la barra y su silueta simiesca se fue evaporando entre el humo de los cigarrillos
-“Aquí hay tomate” –dijo Sedano pensativo como para sí- “Vámonos para el Depósito, venga Pierna  y tú arrea con nosotros, Paco”.

5º CAPÍTULO: “Sorpresas en el Depósito”
[NACHO Y LUIS]
Pierna abonó las consumiciones quedándose con el vale para justificar las dietas; la comitiva salió del ambiente cálido y cerrado del “Último Viaje” para arrojarse de cabeza en la dura y fría mañana salmantina. Barrado y el comisario Sedano se acomodaron en la parte trasera de la “Lechera”, un Seat 1430 desvencijado y que teóricamente estaba camuflado aunque toda la magalla del lugar conocía de sobra el vehículo con sólo oír renquear el motor a distancia.
-“Vamos pralá”-dijo Sedano y Pierna salió derrapando con un chirrido de ruedas como si fuera Fitpaldi, por el espejo retrovisor Barrado observó como don Francisco les decía adiós con la mano
-“Buena pieza don Francisco”-dijo dirigiéndose a Sedano.
-“Sí, no es mala persona, un poco tiquismiquis pero no es mala gente.Aunque no lo parezca sigue bravío como un quinto y tiene más de una querida. Anda siempre consolando alguna viuda, a él le gustan más bien jamonas”.
-“¡Coño!”-terció Pierna que no perdía comba-”¡Y a mí!”.
-“Pata,”-dijo Sedano llamando a Pierna por el mote– “a ti te gustan hasta las moras rife-ñas de las cábilas, estás más salido que Calígula”.
Barrado sonreía oyendo el diálogo de los dos  maderos mientras observaba la ciudad donde había crecido y que tanto había cambiado en los últimos años. Pierna conducía rápido y bien, recordando su pericia al perseguir a los quincalleros y chorizos de cuando estuvo destinado en el Pozo del tío Raimundo en Madrid. Ahora gozaba de una tranquilidad pueblerina en Salamanca, interrumpida sólo de vez en cuando por problemillas de poca monta, reyertas entre gitanos, peleas de prostíbulo o estafadores del tocomocho en franca retirada frente a los nuevos tiburones del urbanismo feroz a los que no había forma de hincar el diente. Pasaron por la Gran Vía, a aquella hora todavía apenas transitada, torcieron por la mole de San Esteban y llegaron a un  edificio de hormigón con aspecto soviético, “El Depósito”, como era conocida la Morgue. Salió a recibirles un empleado silencioso y con todas las señas del exseminarista –falsa unción, frote de manos constante, mirada huidiza y pasos cortos- vestido con un blusón gris. Les condujo hasta la finada. Al descubrir  el cadáver, Barrado se estremeció ligeramente. Sedano se lo notó .
-“Paco, ¿tú la conocías?”.
-“Sí , claro, ésta se crió en mi barrio, es de mi quinta, jugamos juntos, tonteamos cuando éramos unos críos…La Mapi, ahora entiendo por qué me sonaba tanto el nombre. No era mala gente y era lista, por lo menos de chica”.
-“Pues mira, muy lista, muy lista, pero puta y le han dado mulé”-dijo Sedano- “y lo peor de todo, es que no tenemos ni la menor idea de qué va todo este cuento… Lo que me faltaba antes de la pensioncilla…”
José María Jarabo
-“A ver si ha sido el Jarabo”-dijo Pierna haciéndose el guasas.
-“No me xodas, Pata, no me xodas…”.

Barrado se quedó mirando absorto el cuerpo desnudo de la Mapi; la decadencia de la cuarentena apenas había hecho su presa en los senos y en las caderas… seguía siendo todavía una real hembra, pensó para sí, capaz de enloquecer con sus ojos verdes, sus rizos en los que se enredaban todos cuantos la miraban pasar con el empaque y la rotundidad de las mujeres que se saben deseadas. Observó un momento el cuello amoratado y tumefacto:
-“El que lo haya hecho debía ser muy fuerte”.
-“¿Por qué lo dices?”.
-“Hombre” -continuó Barrado- “la Mapi no era lo que se dice una mujer débil, nunca lo fue y de chavala sabía defenderse a modo y siempre hizo deporte… Creo que hasta llegó a competir en taekwondo cuando estaba estudiando Derecho, porque estudió y todo. ¿Qué le llevaría a hacerse puta?...”
-“El que la ha guindado lo ha hecho a conciencia,no me extrañaría nada que tuviera el cuello roto, pero habrá que esperar a la autopsia… Va a ser cosa de marcharse a descansar que por hoy ya está bien”.
            En esto, volvió otra vez el clon de Caronte acompañado de una mujer muy elegante que se llevaba un pañuelo a los ojos con mucho cuidado de no estropearse un maquillaje perfecto. Se quedó delante de la muerta y tras persignarse, rezó un padrenuestro y tres avemarías seguido de una jaculatoria de colegio bien de monjas.
-“¿Ana?, ¿eres Ana Elviro?” –dijo Barrado.
-“Sí, soy yo; somos muy amigas desde niñas y he venido en cuanto me he enterado de la noticia que me ha dado su madre; la pobre está tan destrozada que no se ha atrevido a venir y me ha pedido este favor…¿Pero tú quién eres?,  te pareces a Paco el de la Calle Rojas…”
-“Acertaste Ana, soy Paco el hijo del bar “Regiones”. Tú estás como siempre, cada día más guapa, pero yo estoy hecho un zaleo”.
-“No creas, no creas… pero la que ya no lo va a contar es la pobre Mapi… ¡Mira que haber acabado así, con lo que fue ella!... Bueno, mucho gusto en volver a verte pero ahora tengo que marcharme a consolar a la madre y a preparar las cosas del entierro que ya sabes cómo son estas cosas”- y le plantificó un beso de compromiso junto con su tarjeta de visita.
            Los dos la vieron alejarse sin decirse ni una palabra, degustando los andares y la esencia que desprendía Ana cada vez que entraba en cualquier sitio.
-“No la pierdas de vista. Ésta tiene que saber algo. Bueno me voy y tú también tendrías que irte, afeitarte, comer algo y echarte a dormir… Tienes toda la razón del mundo, ¡estás hecho un zaleo!”.

6ºCAPÍTULO: “El Grupo Especial del excomisario”
[LUIS]
            Paco atravesó agalgado la ciudad que empezaba a desperezarse como todos los días con la lentitud propia de un haragán; sólo se veían estudiantes trasnochadores mezclados con obreros de la construcción, oficinistas madrugadores y barrenderos; hasta las diez de la mañana no habría verdadero pulso en la plateresca, pintoresca, picaresca y somnolienta urbe, tan cómoda en su dorada decadencia como un bohemio de opereta en su buhardilla. Le quedaban aún cinco horas y media para llegarse hasta la Pensión, echar una cabezada, tomar una ducha seguida del café cerrero con chorretón de ginebra y plantarse en la cola de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad. Era la primera semana del mes, día de paga y en esa fecha Paco montaba siempre un numerito que ya era tenido como costumbre y aguantado benévolamente por propios y extraños que lo contemplaban cada vez más impertérritos –“son las rarezas de este hombre, pero luego hay que ver qué caballero es…”-. Barrado, seguido por su “tríada mágica” como él mismo la llamaba y enarbolando un bastón de ébano con contera de plata se dirigía a la ventanilla de Caja al grito de “¡Paso al príncipe de los inválidos!, ¡loor a la flor de las clases pasivas!, aquí estamos los despreciados hijos de Eva que vivimos de papá Estado. ¡Un respeto a los que dieron su salud por España!”. Siempre quedará la duda de si todo era una añagaza para mantener vivo el motivo de su jubilación por “incapacidad permanente para el servicio por insania mental” o una forma como cualquier otra de exorcizar sus particulares demonios y hacer un poco el histriónico, que nunca viene mal del todo porque purifica el entendimiento y aleja la vanagloria propia causa de múltiples pecados y yerros. Tras él iban sus mosqueteros: Iván Sánchez –“el Ivancito”- huérfano de Coronel de Caballería a quien faltaba más que un mediano hervor, lo que no le impedía ser un genio del ajedrez; Carlos Bernardo Haro, inspector de Hacienda en la reserva tras una depresión permanente que compatibilizaba con una habilidad manifiesta como jugador de mus y Carlos Pérez Solórzano, “Cholo”, genio permanente en ciernes y beneficiario de una pensión social que gastaba a partes iguales en tintorro de tetrabrik y libros de lance. Con su escolta llegaba a la ventanilla, solicitaba la nómina, la contaba ostentosamente y la volvía a ingresar en su cuenta; a continuación, sus peculiares guardaespaldas hacían la misma operación –excepto “Cholo” que sacaba íntegra su magra asistencia- y, marcando el paso, salían por donde habían entrado mientras entonaban una canción con letra propia y música adaptada y adoptada del himno de España, también llamado “Marcha Real” en su día:

Viva Hacienda
Que nos mantiene vivos
Y nos da confort,
 Tabaco y buen humor.

Vivan impuestos,
Arbitrios y réditos,
Oficinas todas
De recaudación.

Gloria a la Patria
Que sabe cuidar
 a todos sus hijos
de forma ejemplar  (bis)

            Tras la actuación cómico-taurina-bailable y su corto espectáculo callejero, solían desayunarse ritualmente en “Las 3 GGG”. Al chocolate con churros –“Ivancito” se comía las raciones de los otros y pedía dos o tres más por su cuenta- le seguían unos cuantos brindis extras con lo que la reunión se alargaba hasta bien entrada la tarde y solía acabar en una monumental curda finalizada en algún lugar de alterne o en alguna timba clandestina de subastado o julepe. Pero aquel día, Paco no quiso que hubiera excesos etílicos y cortó en seco las efusiones de “Cholo” siempre dispuesto al pimple:
-“Hoy no quiero a nadie mamado, ¡estamos! Así que en cuanto rebañéis el pocillo, cada mochuelo a su olivo y vais  a hacerme un favor primero porque os lo mando y porque gracias a mí chupáis de la teta y os dais la gran vida con vuestras pagas que yo os he conseguido, ¡estamos!”.
            Todos asintieron con las cabezas pero sin decir ni mú y esperaron órdenes con la misma disciplina que si fueran marines americanos de película.
-“Tú, Cholo, abres las orejas y me cuentas que se dice en tus círculos de randas de la Mapi, de su vida y milagros. Tú, Carlos, ya puedes empezar a hacer visitas a los amigos empresarios, banqueros y jerifaltes que aún te quedan y que sean de bragueta abierta y amigos de irse de lumias; sonsaca lo que puedas. Y tú, Ivancito, tú vas a …, vas a…, vas a… decir qué se debe y a jugarte una partida conmigo al ajedrez para ver quién paga este convite. De hoy en tres días, todos aquí a la misma hora”.
            Jugaron y perdió –como siempre- el excomisario; no había quién le ganase al “Ivancito”, se sabía más de tresmíl partidas de memoria  y hasta había inventado una apertura propia,"La Ivanzovich",como la llamaban de cachondeo algunos jugadores en Salamanca


Ana Elviro.Trileros de siempre/Picaresca y Morralla charra 

La manana era esplendorosa y Barrado tomaba su segundo cortado sentado en la terraza de "Los Escudos" mientras observaba  cómo dos reales hembras,teutonas y tetonas ellas, zampaban tapas de hornazo y platos de gambas al ajillo como si acabaran de salir de Auswitz.Vázquez,el camarero y viejo amigo de farras,le trajo una copita de triple seco  y se le acercó confidencial.

-"Paco,tengo un Chéster y un Camel de banda azul fetén,del decomiso,fresquito y recién pescao en Fernado Po .De ese para el ejército americano ,con más nicotina.Te hace un cartón? Cién duros ,por amigo"-

Barrado sacó la billetera y contó 9 billetes marrones.
-"dame dos ,y invítame a los cafés.Ando pelao"-
-"Vale ,artista, te los pongo en la barra,recógelos cuando salgas"-dijo Vázquez ,mirando también hacia las germanas.

-"Vaya peazo vacas,Paquito"-susurró Vázquez embelesado.
Barrado observó como se hinchaban las venas en el cuello fibroso del camarero.Vázquez había sido en sus anos jóvenes un más que pasable peso gallo .En sus buenos tiempos entrenó con Antonio Díaz
"Diaz II" y ganó el Trofeo Barón de Esponellá .Llegó a disputar el Campeonato de Espana,perdiéndolo  ante Ben Alí,aquel moro de Melilla,durísimo rifeno.


Las malas companias y las senoritas de alterne hicieron que acabara en la Legión extranjera.Barrado le conoció de trilero y chulo de putas cuando estaba en el Cuerpo.Era un buén informante y enseguida congeniaron bién.Barrado ,con el tiempo,le retiró de la mala vida enchufándole en un puestecillo de portero de casa bién.Parecía un almirante con su librea.Todo fué como la seda hasta que le pillaron chingando con la mujer de un vecino del inmueble,un cargo alto del Opus y profesor de la Universidad.
Ahora,de camarero en Los Escudos y con algo de contrabando ,se íba ganando la vida como podía.
-"Estas vienen buscando macho espanol,te lo digo yo ,Paco.Todas unas  zorras."
-"Y a jamar". Respondió el antiguo secreta.
Trileros en plena faena
-"Tú conocías a la Mapi"-continuó Barrado-"sabes algo de sus andazas de los últimos meses?.Ya sábes,le dierón café-café,y me temo  algún personaje importante en el ajo"-
-"Estuvo por aquí hace una par de semanas,con un gordales trajeao,buén corte.Me pareció extranjero.Pidieron agua y estuvieron cascando todo el tiempo."-Respondió Vázquez.-"el gachó era peligroso,esas cosas las notamos enseguida los que hemos estado en el trullo.Hablando del Rey de Róma ,mira a quién tenemos aquí."-Diciendo esto Vázquez senalaba con el dedo a un hombre alto y moreno que se acercaba sorteando las mesas.

Fernando Márquez inclinó la cabeza elegántemente y  extendió la mano  a Paco Barrado.
-"Víva Cristo Rey ,víva Salas Pombo,víva Arias Navarro y viva para siempre el Caudillo,descanse en paz la benemérita gloria de Espana,Marqués de la Ahumada!"-casi gritó Márquez.

Fernandito Márquez Castaneda era toda una institución el la capital charra.Companero de Paco Barrado de habitación en el  internado de los Hermanos Maristas ,había medrado en la sociedad salmantina a base de encanto personal y un notorio braguetazo.Con las influencias que su suegro,el constructor Tirso Elviro,le había proporcionado,tejió en los primeros anos de la  UCD un emporio de pequenas empresas que iban desde  la construcción hasta ,según las malas lenguas,participaciones en muchos bares de alterne y "Wiskis a Gogó",negocio floreciente donde los hubiera,pués ,bién es sabido  que "La jodienda no tiene enmienda",máxima filosófica e inamovible ,verdad absoluta, que Márquez  repetía contínuamente.

Venía de perita en dulce. Traje blanco de seda cruda , camisa fucsia entrabierta hasta la mitad del peludo torso,donde brillaban ,rabiosos, cadenámenes de oro grueso,crucijijos,escapularios y otras  zarandajas del estilo
Paco le tenía mucho aprecio,y  a pesar de sus oscuros tejemanejes conocía como nadie los bajos fondos salmantinos.


-"Fernado"-saludó Barrado- " te veo en forma.Siéntate y echamos un parlao.Imagino que el Ivancito te dió el aviso"
-Sí,capitán"- respondió Márquez sentándose a la mesa -"Vázquez!-bramó -"Anda ,mueve el bul  y tráeme un Sol y Sombra ,que ando destemplao"
-"Me he enterado de lo de la Mapi,Paco"-siguió Márquez bajando la voz -"Yo que tú ,lo dejaba estar,es cosa de política de altos vuelos,en esa historia tan rara anda metida mucha gente importante,algún gerifalte que otro...incluso con la iglesia hemos topado.No te digo más"-susurró entrecerrando los ojos-"A buén entendedor..."


Barrado observaba pensativo el anagrama de Los Escudos en su taza de café.
"-Pero ,Fernando-dijo-es la tercera  finada que encuentran .Macho,esto parece Londres ."-Tú sabes algo-continuó Barrado-"por que tú  conoces todo lo que pasa  de cintura para abajo en este gachi."


Márquez se echó de un trago el Sol y Sombra al coleto ,tras lo cual chascó la lengua con gesto de aprobación alcohólica


-"Vázquez!!-gritó.-"Tráeme otra del país y ponle aquí a su eminencia un Triple Seco!!!"
-"Paco" continuó Márquez  acercando la cabeza hacia Barrado para que los demás no le escucharan-"te lo voy a chamullar de ley,así no se entera ningún panolis."

Barrado recordó que Márquez sabía Caló fetén.Era en su profesión lo que  el inglés para los ejecutivos  .


"Anda la cosa con Bengorré por medio,mucho jirandón y alguna que otra espachilada."
Márquez tomó aire y continuo por lo bajinis:"Me lo jinó el otro día la Cartones,ya sabes ,la secretaria del Gobernador civil ,díaz Carralero.
Detrás de todo anda un mandelón ,y uno que cría chuqueles en un cosqué".


Barrado intentaba traducir la monserga de Márquez como mejor podía.
"-Ya sabes que la Cartones te tiene afición,le camelas mucho."-Continuó-
"Invítala a un par de Soberanos y se te abre de patas,Paco,te lo digo yo,está necesitada de cipote,y mientras le echas un caliquenho te cuenta hasta dónde está el oro de Moscú".


La idea de estár beneficiándose a la Cartones puso mal el estómago de Barrado.Imaginaba las mollas ,chichas ,michelines de la Cartones...

-"pischa!"-dijo Márquez-" Te has puesto blanco como la patena.Tómate otro piscolabis,anda."


Lo que `Màrquez había contado en caló se podía resumir :
-Que la cosa íba de misas negras,alguna bruja,diablo etc...
-Que el que lo llevaba todo parecía ser un castrado
-Tenía conmo ayudante a uno que criaba perros

-Que había alguna vírgen por medio,desfloramientos..etc.... 

-"Me dijo Ana que te vió el otro día en el depósito ,estabas con Sedano.-"-dijo Fernando Márquez mirando su copa con ojos glaucos . .-"sí,hablé un momento con ella,está guapísima ,hacía por lo menos 5 o 6 anhos que no la veía-"

Márquez sabía que su mujer había tonteado de jóven con Barrado e incluso había salido un par de meses juntos.Pero la cosa se fué al traste entre otras cosas por que Barrado no tenía literalmente dónde caerse muerto y Don Tirso,el padre de Ana,echó mano de sus influencias y se encargó personalmente que al jóven policía lo destinaran a Ceuta,donde Barrado,entre moras y wiskies, acabó por olvidar a la  Elviro.
"-Asi te digo,Manolo-continuó Márquez-atento al parche,que la están peinando-"

Diciendo esto,Márquez se levantó ,dejando sobre la mesa un billete azul de cien duros.
"-Como buén amigo tuyo,te diré algo que desde este momento no te he chamullao,busca a Arturo Borbujo,a lo mejor te ilumina la chirimoya-"
Saludando con la mano a Vázquez,se despidió dejando tras sí un olor a aftershave de los caros.


EL PARBARAOR DE CHUQUELES.LA TRAMA SE COMPLICA.BARRADO EN PROBLEMAS






Arturo Borbujo era escurridizo como una serpiente.Secretario general del PSP,partido en en vías de extinción,evitaba dejarse ver por los mentideros salmantinos.Temía que le insultaran o incluso le pegaran una paliza.Su gestión como concejal de "Fiestas y Eventos"había sido catastrófica y llena de corruptelas.Barrado sabía de buenas tintas que le perdían los jovencitos y quería apretarle las tuercas.Pocos como Borbujo conocían tejemanejes de la provincia. Cholo le había dado la noche anterior un soplo.Borbujo estaría aquella tarde jugándose las pestanhas al Julepe en el Centro Extremenho,un antro lleno de mugre en el Casco Viejo,  dónde se celebraban habitualmente timbas ilegales.


Barrado entró y pidió un Calisay .El camarero,un viejo calvo y con una chaquetilla blanca con las mangas amarillentas de nicotina,le escanció la copa en silencio mientras le observaba disimuladamente.
-Hay hoy espillante de flor?-preguntó directamente Barrado.-Según para quién-contestó el viejo.       
Paco Ibanhez berreaba "Palabras para Julia" desde la máquina de música,2 temas musicales a duro.
-Tengo 20 verdes y quiero darles parentela-dijo Barrado,monstrando un fajo de billetes atados con una goma.el viejo le observó -Un momento,maestro,tengo que consultarlo-dijo,y desapareció por una cortinilla verde hacia el interior.
BArrado observó la clientela a su alrededor.Estudiantes y algún que otro paleta .Casi todos tomaban café y algunos "manchada" un licor no muy fuerte y dulzón,típico de la zona, que a la tercera copa producía ardores de estómago.el viejo volvió -Dígnese en pasar,caballero-dijo en voz baja,poniendo cara de espía ruso o agente secreto.
Un humo espeso le abofeteó brutalmente cuando cruzó las cortinillas.
La timba estaba en el centro de la habitación,con cuatro jugadores y algunos mirones que seguían atentemte la partida en silencio y fumando Farias con papel de fumar en la boquilla.Barrado observó los pósteres de mujeres desnudas que  empapelaban prácticamente todas las paredes.Se apostaba a 20duros la mano,es decir ,para entrar en juego,por lo que barrado calculó que podía llegarse hasta los 40 o 50 mil duros.Arturo Borbujo,un metro sesenta,cabello rizado de permanente,foulard fusia y enormes gafas Rayban jugaba en silencio y de vez enn cuando pegaba chupitos a una transparente copa de ginebra.
-Me cagüen !! exclamó-vaya día de perros,cuando salga de aquí,me van a dar las mujeres con las bragas en la cara!!!
en este momento reparó en la figura alta y delgada de Barrado y se quedó callado y pensativo.Barrado conocía muy bién a Arturito borbujo.Ninho de familia bién,pasó muchos anos ccomo dirigente de la OJE y de las Juventudes de Acción católica.Tras la muerte de Franco pegó el chaquetazo,como tantos,y coqueteó con el Partido Socialista,hasta terminar en el PSP ,el partido de Tierno,una especie de amalgama que absorbía a todos los expulsados de otros partidos de izquierda y a los personajes más variopintos.Barrado lo había detenido un par de veces a finales de los 60 ,cuando Arturito iba a ver posturas a los billares y merodeaba los meaderos de La Alamedilla.Su familia siempre había tapado sus fechorías,incluso en comisaría tenían prohibido darle un par de hostias,método habitual para curar "el desvio"en aquellos tiempos.



Arturo Borbujo se levantó disculpandose y salió pasando de largo ante Barrado.Éste esperó unos instantes y le siguió a la calle.-Qué quiere la bofia?-dijo Arturo.-Pero tú no habías dejado el cuerpo? Barrado alargó la mano y le soltó un bofetón seco que hizo tambalearse a Borbujo como un pelele.-Mira ,Arturito,yo ya no estoy en el cuerpo pero me sigues cayendo como una patada en los cojones.Quiero información,de la buena.Las fichas antiguas han sido elimindadas,y no creo que ahora,con eso que llamais democracia,te guste que se sepa de tus correrias detrás de los angelitos.
Borbujo le miraba entre temeroso y sorprendido.Sacó un "Palmitas" con mano temblorosa y lo encendió en silencio.Qué quieres saber?-habló finalmente.-Qué sabes de esas a las que han dado mulé?Quién está detrás del tomate? Sabes algo?Barrado se había acercado mucho al politiquillo y podía oler su aliento pierroico.
-Y poco he oído,Barrado.-contestó temeroso Borbujo.-Hay alguien en la provincia ,un gerifalte,no sé quién es ,por la memoria de mi madre,Paco,no lo sé.Se dedican  a hacer misas negras o cosas así,y al parecer va gente de pudientes,ya sabes,Paco,los ricos se aburren y caen en estas cosas...Al parecer ,se les ha ido la mano un par de veces,no tengo ni idea..- .Borbujo estaba cagado de miedo,y Barrado pensó que no sabía más.Se alejó sin decir más.-Paco! -gritó Borbujo todavía-Yo no te he dicho nada ni me has visto!! y de mi pasado nada de nada,no me jodas!!

Barrado había quedado con Cholo en el "Antonio" ,un bar de la Avenida Portugal conocido por sus fenomenales patatas "meneás".Le encontró al fondo de la barra,inmiscuido en la lectura de una novela de Silver Kane.Cholo devoraba estas novelas en cosa de una hora,deteniéndose en los pasajes picantes,y releyéndolos hasta la saciedad.Luego las cambiaba en un Kiosko de Onésimo Redondo por 3 pesetas.


-Te has enterado de algo,Cholo?O te has pasado el día leyendo novelas,rasputín-